La Mucuy / A Serbio Tulio Soto
Los comerciantes de 1940 eran hombres muy creativos. Posiblemente el más destacado de ellos fue Evaristo. Hombre muy calmoso, bajito, casi chaparrito. Llegaba al único negocio de La Mucuy a conversar y aconsejar antes que a ofrecer los productos de sus ventas.
Prometía envases de latas y cacerolas de hierros fundidos, sostenidos por bastiones de maderas durísimas que ni con el fuego eran capaces de consumirse, pues él decía que habían sido cortadas en el viernes de menguante mensual y no en el semanal.
Una vez, muy preocupado, observaba al dueño de aquel único abasto utilizando un pequeño peso para echar harinas de maíz blanco y amarillo, llenando unos inmensos fardos, inmediatamente recordó cuando a bordo de un vapor trabajó en los sótanos del almacén, acomodando maletas y costales de harinas. Eran los días fuertes y muchos morían en medio de aquellos años, nada valía la vida y solo pocos decidieron apostar por ella.
Allí salvó su existencia porque aprendió a mover pesados fardos y un viejo húngaro que hacía su último viaje le enseñó que aquellos bultos debía llenarlos en dos sacos hasta que ambos pesaran cincuenta kilos, inundados de maíz. Esas eran las fanegas.
Por eso al ver a aquel viejo hacer lo mismo pero en su bodega, quiso regalarle la idea copiada en el vapor que salvó su vida. Esas valijas serían vendidas en los momentos de 1940 en apenas diez bolívares.
Una mañana de un sol flotante fue a visitarlos nuevamente, como casi ya era costumbre. Esta vez no fue a venderles nada, solo les dijo: “Vengo a regalarles también mi nombre el cual perteneció a un sabio y sirvió para el florecimiento de la economía en el hogar", así lo dijo su Mamá días antes de colocarlo por última vez en aquel vapor para poderlo conservar con vida y nunca mas volvió a verla. Esa medida acabó con la hambruna de muchos, cuando solo unos se atrevieron a confeccionar la guerra.
Deben recordar que la fanega es el motivo profético de un peso que desapareció y con ella el hambre, y que su suma da dos números maravillosos, los 50, después de aquellos 1940, vendidos en apenas 10 bolívares.
Dr. Miguel A. Jaimes N.
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@migueljaimes2 / Skipe: migueljaimes70
* Premio Mejor Columnista Diario Frontera Mérida 2011
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