viernes, 17 de julio de 2015

Escritores rememoraron su encuentro con el libro y la lectura en la Biblioteca Nacional. +Fotos

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17 Jul. Ágora Cultural.- Este jueves, la sala Hugo Chávez de la Biblioteca Nacional fue el escenario donde tres escritores de dilatada trayectoria compartieron sus experiencias con los libros y la lectura, y la posterior aventura de convertirse en escritores.

En esta oportunidad, el conversatorio coincidió con el 182º aniversario de la Biblioteca, el recinto depositario de memoria más importante de la ciudad, y contó con la participación de las escritoras (es) Rocío Navarro, José Jesús Villa Pelayo y Rosa Elena Pérez Mendoza.

La actividad contó con la moderación de la investigadora y promotora de lectura Ángela Rizzo, quien dio inicio a la actividad recordando que los conversatorios con escritores en torno a la lectura comenzaron el pasado mes de abril, a propósito del Día del libro y del idioma y en el marco de la exposición Joyas de la Biblioteca Nacional.

“¿Así como vamos al cine y nos quedamos dos horas viendo una película que no nos deja nada, por qué no ir a escuchar libros, la lectura pública de un libro?”, planteó la poeta Rocío Navarro al inicio de su intervención, en la cual rememoró las primeras lecturas de la infancia que la abrieron al universo literario, entre las cuales se contaron textos de Joshep Conrad, los cuentos de Oscar Wilde en dibujos animados que transmitió alguna vez VTV y El principito, entre otros.

Para Navarro, la curiosidad es importante, lo que te atrae de la vida. Ese camino la  llevaría a interesarse por la mitología griega y, poco a poco, a incursionar en la escritura. “Yo estoy de acuerdo con lo que dice mi amiga Ximena Benítez: uno escribe por necesidad, angustia, fibrilación mental…”, señaló. Asimismo, la autora de Aljibe y Puertas abiertas, quien además hace parte de un grupo literario que trabaja con las comunidades, manifestó su interés por definir estrategias creativas para la promoción del libro y la lectura.

Por su parte, el poeta, escritor y productor radial, José Jesús Villa Pelayo, recordó que los autores que se leían en su hogar eran de lengua anglosajona, y que estos se conjugaron con obras como Las mil y una noches, produciéndose así un acercamiento entre Oriente y Occidente. Planteando la idea de que somos criollos universales, Villa Pelayo señaló que “un escritor siempre tiene sus fuentes en la mente, el alma y el espíritu, y son esos escritores que hemos leído a lo largo de la vida”.

“Es magia lo que se hace cuando se escribe”

El productor del programa “Los enigmas del poder” (RNV), evocó una infancia catalizada por el lenguaje político, dado que su madre trabajó muchos años en el extinto Congreso, y su padre solía traer libros de la antigua URSS. Villa Pelayo, aseguró haber conocido a todos los presidentes de la República y haber crecido en un mundo medieval, entiéndase sin separación entre Fe y la filosofía. Es por todo esto, que sus lecturas incluyeron desde el principio a Andrés Eloy Blanco, la Biblia y el Manifiesto comunista.

Vino el turno de la Escritora, editora y profesora Rosa Elena Pérez Mendoza, quien inició su intervención relatando como su padre sufrió la persecución política de Raúl Leoni, situación que lo llevaría al exilio forzado en Chile, país desde el cual empezaría un intercambio epistolar con su madre. La escritora pudo conocer estas palabras y de inmediato la precipitarían al mundo de las letras. “Mi vida como escritora fue marcada por esa impronta”, dijo.

Respecto a su inicios con la lectura, Pérez rememoró su encuentro con El principito, Miguel Strogoff y Mafalda. Durante ese camino, iniciaría una relación con los diarios, relatos que le permitieron viajar espiritualmente. “También estaban las enciclopedias y la palabra escrita en la familia”, agregó. La también cronista, recordó la lectura de una tarjeta en la cual se le explicaba por qué llevaba su nombre, el cual era el mismo de su madre, quien fuera militante comunista. “Existe una carga genética que nos impele hacia la literatura”, destacó.

Seguidamente, los escritores realizaron las lecturas de algunos pasajes de sus obras, las cuales incluyeron la poesía de Navarro, las divertidas crónicas de Pérez y el poema “frágiles dedos”, recitado de memoria por Villa Pelayo.

Por momentos, y a partir de una reflexión hecha por el historiador Eloy Reverón acerca de la crónica como “género degenerado”, la historia y la obra de Enrique Bernardo Núñez, si dio un intercambio prometedor sobre lo que se llamó “Transliteratura” o “Literatura transmoderna”.

Estos conversatorios sobre el libro y la lectura se iniciaron el pasado mes de abril, y han contado con la participación de escritores como Laura de Rocca, Gerónimo Pérez Rescaniere, Libeslay Bermúdez y Gilberto Merchán.




Texo y fotos: Amaury González V.

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lunes, 13 de julio de 2015

Miguel Jaimes: Fanega

Miguel_jaimes_fanega
La Mucuy / A Serbio Tulio Soto

            Los comerciantes de 1940 eran hombres muy creativos. Posiblemente el más destacado de ellos fue Evaristo. Hombre muy calmoso, bajito, casi chaparrito. Llegaba al único negocio de La Mucuy a conversar y aconsejar antes que a ofrecer los productos de sus ventas.

            Prometía envases de latas y cacerolas de hierros fundidos, sostenidos por bastiones de maderas durísimas que ni con el fuego eran capaces de consumirse, pues él decía que habían sido cortadas en el viernes de menguante mensual y no en el semanal. 

            Una vez, muy preocupado, observaba al dueño de aquel único abasto utilizando un pequeño peso para echar harinas de maíz blanco y amarillo, llenando unos inmensos fardos, inmediatamente recordó cuando a bordo de un vapor trabajó en los sótanos del almacén, acomodando maletas y costales de harinas. Eran los días fuertes y muchos morían en medio de aquellos años, nada valía la vida y solo pocos decidieron apostar por ella.

            Allí salvó su existencia porque aprendió a mover pesados fardos y un viejo húngaro que hacía su último viaje le enseñó que aquellos bultos debía llenarlos en dos sacos hasta que ambos pesaran cincuenta kilos, inundados de maíz. Esas eran las fanegas.

            Por eso al ver a aquel viejo hacer lo mismo pero en su bodega, quiso regalarle la idea copiada en el vapor que salvó su vida. Esas valijas serían vendidas en los momentos de 1940 en apenas diez bolívares.

            Una mañana de un sol flotante fue a visitarlos nuevamente, como casi ya era costumbre. Esta vez no fue a venderles nada, solo les dijo: “Vengo a regalarles también mi nombre el cual perteneció a un sabio y sirvió para el florecimiento de la economía en el hogar", así lo dijo su Mamá días antes de colocarlo por última vez en aquel vapor para poderlo conservar con vida y nunca mas volvió a verla. Esa medida acabó con la hambruna de muchos, cuando solo unos se atrevieron a confeccionar la guerra.

            Deben recordar que la fanega es el motivo profético de un peso que desapareció y con ella el hambre, y que su suma da dos números maravillosos, los 50, después de aquellos 1940, vendidos en apenas 10 bolívares.

Dr. Miguel A. Jaimes N.

www.geopoliticapetrolera.com.ve

lamucuyandina@gmail.com

@migueljaimes2 / Skipe: migueljaimes70

* Premio Mejor Columnista Diario Frontera Mérida 2011

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